Durante gran parte de mi vida, me sentí distanciada y juzgada por mi madre.
Cuando mi madre desarrolló demencia debido a su avanzada edad, me resultaba extremadamente difícil asistirla, no podía ni siquiera mirarla en su incapacidad.
Producto de varias constelaciones y gracias a la frase «a mi tiempo, te tomo», cuando me quise dar cuenta me encontré mirándola con ternura cuando tenía comportamientos más cercanos a los de un bebé que a una anciana.
Agradezco a esta herramienta porque, aunque solo fuera en su último año de vida, pude aceptarla y verla con amor.