Desde adolescente me sentí hipócrita con mi familia materna, ya que no dejaba que me conocieran como soy. Ellos son muy católicos, y yo no tanto. Pensaba que me rechazarían si realmente supieran varias de mis posturas hacia la vida. Mi solución fue alejarme, y eso me hacía sentir triste, inquieta y desarraigada, como si por más que buscara no encontrara mi lugar.
En noviembre del 2022, participé en un conato de violencia, verbal y emocional con mi hermano menor. A causa de puntos de vista distintos sobre cómo cuidar un árbol en el terreno familiar. Como antecedente durante nuestra infancia y juventud fuimos violentos entre nosotros. En esa última ocasión, ambos sentimos el peligro, nos contuvimos, retiramos y alejamos.
Realicé una constelación y, en ese mismo instante, me di cuenta de que estamos en distintas polaridades. Mi hermano se identifica con la parte familiar que conserva la tradición patriarcal, y yo con la que apoya a que las mujeres seamos autónomas. La constelación me mostró también mi hiper-sensibilidad y la de mi hermano, y como en ese momento, ambos nos sentíamos muy frágiles e indefensos.
Lo que vi durante la constelación me sigue ayudando, pues, aunque veo nuestras diferencias, me es más fácil aceptar a mi familia y a mi hermano, también a mí misma. Me siento más cercana y amorosa con ellos. Esta conciencia me alerta cuando los juzgo y los excluyo.
Durante la constelación vi el «equilibrio» que nuestras diferencias mantenían a nuestra familia. A partir de eso pude alejarme, y gradualmente aceptar y observar mi propia violencia.
Considero que el cambio se ha mantenido, y especialmente que me permite auto-observarme y cuando los vuelvo a criticar, me ayuda a ver que esa también es violencia, para luego contenerme y regresar a mí, a mi autoestima y a como yo misma me crítico.
Hice la constelación en noviembre del 2022, así que han pasado casi dos años.
Clara