Antes de iniciar este camino, vivía en un estado de enojo constante y agresividad. Me relacionaba desde el malestar: hablaba de forma golpeada, respondía mal y buscaba cualquier pretexto para discutir. Me volví una persona difícil de tratar, al punto de que los demás comenzaron a aislarme. Me fui quedando sola. A pesar de haber emigrado pensando que el cambio de país aliviaría mi situación, me di cuenta de que el enojo seguía dentro de mí. La rabia no se quedó atrás: viajó conmigo.
Comencé a buscar ayuda y encontré los ejercicios sistémicos y las constelaciones familiares. Participé en un grupo para inmigrantes. Ahí, empecé a ver con más claridad el origen de mi malestar. Comprendí que si no sanaba mi historia, ese patrón podía repetirse en mis hijos o sobrinos. Ese fue el impulso que me llevó a constelar el 7 de agosto.
El cambio fue inmediato. Durante uno de los ejercicios sentí que algo se liberó. Fue como salir de la noche y llegar al día. Mi humor cambió, y con ello, la forma en la que me relacionaba. Mi familia lo notó: mis hijos, sobre todo, empezaron a verme feliz, disfrutando de la vida. Aprendí a agradecer cada día y a reconocer que detrás de cada dificultad hay un aprendizaje. Aún hay momentos en los que siento que el enojo vuelve, pero ahora soy capaz de reconocerlo, respirar, volver al presente y manejarlo desde otro lugar.
En octubre participé en las constelaciones presenciales en el centro de Brigitte, donde fui representante en varios ejercicios. Esas vivencias generaron un gran cambio en mi vida laboral. Poco después regresé a mi país, y a los 15 días encontré un empleo maravilloso, en lo que me gusta y para lo que me formé. La energía realmente se movió.
Aunque ya no vivo en el extranjero, sigo conectada con el grupo de inmigrantes y continúo participando en el círculo de lectura. Hago los ejercicios y los integro con mi guía interior.
Hoy puedo decir que estoy en un lugar diferente. El enojo ya no domina mi vida. Sigo en proceso, pero me siento feliz, presente, agradecida y conectada. Gracias a este trabajo, no solo sané yo, también rompí un patrón para las generaciones futuras.