A la primera constelación que hice le puse el propósito de transformar ese daño permanente de tener una autoestima tan baja que no pudiera evitar sentirme mal, autodestruirme, sentirme emocionalmente muy inseguro, muy poco merecedor. No recuerdo como fue la formulación puntual del malestar que me motivó a constelar, pero había un cansancio muy grande en mí. Un cansancio de siempre repetir y volver a situaciones que me hagan sentir sin fe ni fuerza en mi-mismo. Una dificultad para encontrar la resiliencia.
Después de la constelación hubo un cambio significativo, casi permanente que hasta el día de hoy sigo valorando, 4 años después. Realmente hubo transformación, porque no fue sentirme mejor por un rato, no fue “ponerle curita a la herida”, sino realmente desinfectarla. La misma constelación me hizo admitir y comprender algo que no había podido sentir, y al incorporar este valor en mí, recupere fuerza y confianza. Hubo muchos otros asuntos y problemáticas posteriormente, como en todo aprendizaje que implica la vida que hemos elegido tener, pero al respecto del sentimiento puntual de carencia de fuerza y de amor que me trajo, se resolvió. Lo veo como que uno es una casa. Mis bases estaban destrozadas, inestables, inseguras. La constelación fue como solidificar, estabilizar una parte que se caía constantemente dándole temblor a toda la casa.
Básicamente, pude tener la fuerza de levantar desafíos sintiendo la capacidad de lograrlos, en vez de actuar como anteriormente ni iniciar pensando que no podría lograrlo. Mejoró mucho el respeto por mí mismo. Antes me comparaba mucho, me juzgaba a mí mismo, me lastimaba viendo los logros de los demás como mis propios fracasos, algo muy pesado y emocionalmente muy complejo y denso. Ahora me respeto, me amo lo suficiente para no compararme, respetar mi proceso, mi tiempo, mi ser. Desde luego que muchos proyectos avanzaron, y les pude dar continuidad, cosa que hasta la fecha no había logrado.
Yo creo que el efecto de reconocer que mi padre me había amado, que yo era fruto del amor y que el amor que le tengo a mi hijo fue el mismo que mi padre me tuvo a mí mismo fue inmediato, y como tal las lógicas consecuencias de este sentimiento también.
Si. Como dije anteriormente, numerosos retos y desafíos llegaron, he pasado por muchas etapas, pero siento que la herida se abrió y se desinfectó. Luego otras aparecieron, relacionadas con la misma temática, pero ha sido una apertura muy grande, y muy reparadora. Han pasado casi 5 años desde la constelación.
Baptiste Le Bras.